lunes, 2 de agosto de 2010

Schopenhauer. La fatalidad del pesimismo o la verdadera búsqueda de la felicidad.

Schopenhauer nace el 22 de febrero de 1788 en Razig y su familia se traslada a Hamburgo en 1804. Se considera que entre sus principales influencias destacaban Kant y Platón, además de la filosofía oriental.
Schopenhauer planteaba que el mundo simplemente experimentado no expresa la realidad verdadera y al referirse a la infelicidad, consideraba que el dolor está determinado por la esencia misma de cada ser humano, y la vida de los hombres representaría una lucha por su propia existencia que lo obliga a enfrentarse a otros hombres.
La felicidad para Schopenhauer tendría un sentido negativo y no existiría por sí misma, e implicaría una especie de deseo de que algo pase; sin embargo cuando ese deseo es satisfecho suele aparecer el hastío.
Ante la vida como dolor es necesario afirmar la voluntad de vivir; una negativa, a través del suicidio que no solucionaría nada y otra positiva a través de su conservación y reproducción. Contradictoriamente a lo que usualmente se considera, para Schopenhauer el suicida no odiaría a la vida, sino todo lo contrario la amaría, pero no en las condiciones particulares que le corresponde experimentarla en un momento determinado.
La manera positiva de expresar esa voluntad de vivir que contrasta con el pesimismo que con frecuencia se le atribuye; es la que se logra a través de la voluntad de conservación y la voluntad de reproducción. La voluntad de conservación implicaría que el hombre fuese previsivo en su vida que le permitiría alcanzar la serenidad y la tranquilidad; sin embargo la voluntad de vivir se afirmaría en la reproducción a través de la sexualidad y se reconocería a través de su descendencia como el resultado de una voluntad universal única donde el amor tendría como finalidad concebir a un ser que sólo ellos podrían engendrar.
Schopenhauer plantea la existencia del mundo como representación, y que implica reflexionar acerca de la relación entre lo ideal y lo real, o como lo señalaba Schopenhauer: “entre el mundo como fenómeno cerebral y el mundo que existe fuera del cerebro” (Schopenhauer; 1976: 70)
La existencia objetiva de las cosas, estaría condicionada por un sujeto que la perciba y la manera como la interpreta. Existiría por lo tanto un aparente mundo objetivo y un mundo intuitivo resultado de un fenómeno cerebral. Toda realidad se compondría de dos partes, el sujeto y el objeto, “partes tan necesaria y tan estrictamente unidas como el oxígeno y el hidrógeno en el agua” (Schopenhauer; 1997: 43).
La parte objetiva dependería de situaciones muchas veces azarosas, sin embargo la parte subjetiva de interpretar una situación dependería de cada ser humano.
“Son especialmente, los límites de sus fuerzas intelectuales los que han determinado, de una vez para siempre, su actitud para los goces elevados” (Schopenhauer; 1997: 44)
La felicidad para Schopenhauer dependería de: “Lo que somos, de nuestra individualidad mientras a menudo no se tiene en cuenta, sino lo que tenemos o lo que representamos” (Schopenhauer; 1997: 45).
Lo subjetivo sería más importante para la felicidad que aquello que pudiese ser considerado como objetivo.
“ lo que un hombre en sí mismo, lo que le acompaña en la soledad y lo que nadie puede darle ni quitarle, es indudablemente más esencial para él que todo lo que pueda poseer o lo que puede ser a los ojos de los demás “ (Schopenhauer, 1997: 46) .
La condición primera que señala Schopenhauer para adquirir la felicidad es que existimos. Es fundamental como principio para conservar la felicidad, mantener la salud y desarrollar las facultades intelectuales, sin embargo, como lo señala Schopenhauer: “no ha de interpretarse en el sentido de que deba desdeñarse la adquisición de lo necesario y de lo conveniente” (Schopenhauer; 1997: 48)
La riqueza contribuirá muy poco a la felicidad y es la causa de que muchas personas con dinero se sientan desgraciados, debido a que si bien pudiese satisfacer necesidades reales y superfluas, no satisfacen las necesidades del espíritu, que sólo puede lograrlo la cultura intelectual.
“no conocen nada más allá del limitado horizonte que encierra los medios de conseguir eso; su espíritu está vacío y, en consecuencia inaccesible a cualquier otra ocupación. Los goces más elevados, los goces intelectuales son inabordables para ellos; en vano tratan de reemplazarlos por goces fugitivos, sensuales, ligeros, pero costosos, de adquirir, que se permiten de cuando en cuando” (Schopenhauer; 1997: 49).
Lo esencial para la felicidad según Schopenhauer sería: lo que se tiene en sí mismo, es decir lo que uno “es” y una de las cualidades más importantes que señala Schopenhauer para ser feliz es disponer de un buen estado de ánimo o lo que el filósofo alemán denomina: un humor jovial.
“El que se alegre tiene siempre motivo para serlo, por lo mismo que lo es. Nada puede reemplazar a todos los demás bienes tan completamente como esta cualidad” (Schopenhauer; 1997: 52).
Es fundamental un carácter alegre que no tiene nada que ver, con ser joven o viejo, pobre o rico.
“Debemos abrir puertas y ventanas a la alegría, siempre que se presente porque nunca llega a destiempo, en vez de vacilar en admitirle como a menudo hacemos” (Schopenhauer; 1997: 53).
Schopenhauer distingue la existencia de dos grupos de personas, la de humor fácil y la de humor difícil. Las personas de humor fácil se caracterizarían por su optimismo y buena disposición, a diferencia de las personas con humor difícil, que perciben al mundo desde una perspectiva oscura y sombría. Los dos enemigos de la felicidad humana serían: el dolor y el tedio. El primero surgiría de las privaciones y necesidades, mientras que el tedio resultaría de la riqueza y la abundancia.
El hombre para evitar el dolor y conseguir una existencia tranquila, muchas veces preferiría una existencia retirada, y si es un espíritu muy superior escogerá la soledad, debido a que cuando más posea el hombre en sí mismo, menos necesitaría del mundo exterior.
“En la soledad, donde cada uno se ve reducido a sus propios recursos, se revela lo que posee por sí mismo” (Schopenhauer; 1997: 61).
Schopenhauer considera una gran locura perder en el interior para ganar en el exterior; es decir cambiar el reposo, el ocio, la independencia por los títulos, la pompa y los honores (Schopenhauer; 1997: 66).
La vida debe trascender y superar lo exclusivamente práctico debido a que en estas circunstancias no existirían diferencias con el mundo animal. El hombre que tenga la posibilidad y la disposición de aproximarse a la vida intelectual, estaría protegido contra uno de los grandes males que conspira en contra de la felicidad que es el tedio y le resguardaría de las vicisitudes y desencantos que se encuentra en el mundo exterior.
“Un hombre rico en el interior no pide al mundo exterior más que un don negativo a saber: ocio para poder perfeccionar las facultades de su espíritu y para disfrutar de sus riquezas interiores” (Schopenhauer)
Schopenhauer considera una regla suprema para alcanzar la felicidad: “no el placer sino la ausencia de dolor es lo que persigue el sabio” (Schopenhauer; 1997: 162)
El hombre más feliz sería aquel que pasaría la vida sin grandes dolores, tanto en lo moral como en lo físico.
“Si a un estado libre de dolor viene a agregarse la ausencia del tedio, entonces se logra la felicidad en la tierra en lo que tiene de esencial” (Schopenhauer; 1997: 163).
Es fundamental para alcanzar la felicidad en la vida una adecuada proporción con relación al tiempo. Muchas personas viven demasiado en el tiempo presente y suelen ser por lo general, frívolos; mientras que otros piensan excesivamente en el futuro y pierden la oportunidad de disfrutar el presente. La adecuada proporción para Schopenhauer implicaría no ocupar exclusivamente de los planes del futuro y enfrentase a la nostalgia del pasado (Schopenhauer; 1997: 175).
“A fin de no perder la tranquilidad de nuestra vida, por males cuya existencia o cuya época son indecisas, debemos habituarnos o considerar los unos como si nunca debiesen suceder, y los otros como, si no debiesen ocurrir con seguridad inmediata” (Schopenhauer, 1997: 177).
Las personas viven sus días sin prestarles ninguna atención, indiferentes, agobiados por el tedio y como señala Schopenhauer:
” dejamos pasar al lado nuestro, sin disfrutar de ellos y sin concederles una sonrisas mil horas serenas y agradables, y más tarde, en las épocas sombrías dirigimos hacia ella nuestras vanas aspiraciones “ (Schopenhauer; 1997: 177) .
La búsqueda de la felicidad de Schopenhauer se transforma en una especie de ascetismo que implica desligarse del mundo exterior que es causa de dolor y turbación, y enfatiza en el desarrollo y la contemplación del mundo espiritual e intelectual.